jueves, 2 de agosto de 2012

14. Barcelona

El se quedó mirando, sabiendo que estaba muy interesada en ese tema. Pero fue Lunnaris la que respondió.

- Pues, como has podido ver, los unicornios, son especiales ya que son jóvenes y aun no les ha crecido el cuerno cuando tu los vistes. Otras criaturas son los licántropos como tu conoces, y los opuestos a estos, los vampiros. Por lo que sabemos, hay mas razas, pero no en este mundo. -Vale, dijo vampiros, unicornios... Y lo gracioso es que dicen que aun hay mas criaturas en otro mundo que aun tengo que estudiar. Toda mi vida sería distinta a partir de ahora. En este momento me sentía diferente, no me imaginaba esto en mi vida. Solo estaba fijandome en Lunnaris y pensando que sería ella en ese mundo, podía ser cualquier cosa.

- Vale, si yo soy la hija de Atenea, ¿Como he acabado en la Tierra?- Esa pregunta les vino de imprevisto, pues no se imaginaban que preguntaría eso. Ellos tardaron en reaccionar, pero al final, Ivan tubo el valor en responder.

- Mell, no sabemos nada de tu pasado, tan solo tenemos confirmado de que tu padre es humano, y no sabemos nada de el. Tampoco sabemos como has llegado aquí, ni tu madre pudo responder por problemas de memoria. Si pudiésemos te lo contaríamos todo, lo siento Mell.- Se explicó bien Ivan, pero aun así, me sentía mal por no saber como he llegado aquí, pero una pregunta me rondaba por la cabeza, ¿Quien podía ser mi padre? Pero decidí no preguntar, ya que de esa forma agobiaría aun mas a Ivan y Lunnaris. Estos me miraban fijamente a mis ojos un tanto contentos por por fin haberme contado toda la verdad que ellos sabían, pero, por lo que me olía, esto solo acababa de empezar. Ivan se levantó del sofá y me abrazó con dulzura, se notaba que sabía la situación por la que estaba pasando y eso me aliviaba. Cada vez que veía sus hermosos ojos azules, sentía que me gustaba cada vez mas su presencia. Bueno, nos volvimos a mirar y decidí levantarme he irme a mi habitación, pero antes de que subiese las escaleras y me giré y decidí en preguntar.

-¿Donde estamos?- Estos se me quedaron mirando y sonrieron.

-Estamos en Barcelona, y aquí entrenaras hasta que estes preparada.- Respondió Lunnaris con firmeza, mientras que Ivan asentía seriamente pero con una sonrisa en su cara. Rápidamente, me vino a la cabeza el rostro de Stefan, el por que, es por que se que siempre por navidades y por vacaciones iba para Barcelona por que su familia vive allí, y el en una ocasión vivió ahí, pero su padre  fue trasladado a donde vive ahora por cosas de trabajo. Preferí no comentar nada del tema por que no venía a cuento, sentí como Ivan me tomaba de la mano y me acompañaba a mi habitación. El era demasiado bueno conmigo, pero no sabía si era por que era su deber o por si sentía algo por mi.

-Mell, nosotros ahora nos tenemos que ir ¿Vale?- Asentí decidiendo así no preguntar a donde iban otra vez.- Volveremos sobre las diez, he encargado la comida para las ocho, ¿Te parece bien?- Volví a asentir sonriendo y me abrazó con cariño.- Ten cuidado.- Solo dijo eso y se fue rápidamente. Me tumbé en la cama pensado que podía hacer siete horas sin ellos. No sabía mucho de lo que estaba pasando, así que, cualquier cosa que ocurriese podría ser normal. Decidido. Me levanté de la cama y al ver que el coche de Ivan no estaba decidí bajar y coger la moto de repuesto que había, ya que tenía el carnet de moto aprovecho he investigo un poco de que iba la cosa. La moto era una Vincent Black Shadow, alucinaba con esa moto, y soñaba con alguna vez montarla. No me lo pensé dos veces y tomé las llaves de la moto y salí de aquella casa del bosque. Iba a una velocidad que no podía calcular, y el sonido de la moto me motivaba aun mas. Me memorizaba el camino de vuelta y el tiempo que tardaba, y paré en una gasolinera para tomarme algo. Apunto de levantarme noté como si alguien me se estaba apoyando en mi hombro con fuerza, a continuación  quité la mano con fuerza para quitarmela de encima y salí corriendo para mi moto, pero volvio, y pude ver el rostro. Alguien que no me esperaba, ese rostro masculino que siempre me ponía de los nervios, pero esos ojos verdes esmeraldas mostraban preocupación.

-¿Qué haces aquí Mell?- 

-¿Qué haces tu aquí Stefan?-

No hay comentarios:

Publicar un comentario