miércoles, 11 de julio de 2012

12. Escapada

¿Como que no era humana? Bueno, el cambio de aspecto era bastante sospechoso, pero... A ver, todo lo que era mi vida normal, ya nunca la podré recuperar. Mi cabeza daba vueltas y vueltas. Tenía los ojos clavados en los de Lunnaris, haciendo así que me tranquilizara un poco. Pero esto era demasiado, yo no podía aguantar este tipo de presión que me sometía en el cuerpo.

-¿Como que no soy humana Lunnaris?- Me levanté de la cama directa y alucinando de la información que me había dado. Seguidamente, ella se levantó y me cogió de los hombros para que yo me relajase un poco, pero poco funcionaba, hasta un momento que me apretó mas los hombros que llego hasta dolerme. Me quejé y le empuje haciendo así que se separase de mi, tomé un respiro y le mire a los ojos en forma de desafió, haciendo que esta también me mirase así. Esto parecía un fría guerra de miradas asesinas y cada vez que ella se enfurecía mas, mas me enfurecía yo. Así estuvimos un buen rato, hasta el momento que Lunnaris no paró, pero decidió hablar.

-Mell, para. No sabes en lo que te estas metiendo.- Parecí bastante sería de lo normal.- Cuando cuente tres vamos a parar.- Aun seguía con esa mirada, pero sus palabras eran maduras.- uno, dos y tres.- Ese tres no me convenció mucho pero le hice caso y paramos a la vez. Esta suspiró aliviada, y se dirigió otra vez a mi.- No vuelvas a hacer eso, puedes hacer daño a alguien.- Solo pronunciar esas palabras, esta se fue de la habitación de un portazo y yo me quedé sin aliento en el mismo sitio donde se ejecutó la guerra fría de miradas. ¿Hacer daño a alguien? ¿Qué querría decir con eso?, ya estaba harta de tanta pregunta, así que, decidí ir otra vez para la estantería y cogí uno de los libros y lo metí en mi mochila. Nada mas meterlo, me miré en el espejo mi vestimenta, era la del instituto, me giré y vi un armario, lo abrí y pude ver que estaba ahí toda mi ropa y mas que tenía nueva. No lo pensé ni dos veces y decidí cambiarme. Opté por mis pantalones cortos vaqueros un tanto rotos, con mis botas negras altas, y para la parte superior, un top negro sin tirantes que enseñaba el ombligo, y por si tenía frío cogí como si fuese una chaqueta larga fina manga larga de estampado vaquero. Me dirigí para el baño, y me peiné con un par de pasadas a mi pelo laceo. Dejé a un lado las tonterías, y cogí la mochila y salí de la habitación a toda prisa.

Pude llegar hasta la sala de estar, era una casa bastante peculiar, con estampados similares a los de la habitación que apenas unos minutos he estado. Bueno, el caso, es que conseguí ver la entrada, pero para mi era la salida a esta pesadilla. Con mucho cuidado, y sigilo, conseguí salir de la casa. Estaba con en medio de un bosque espeso, era totalmente verde, pero, podía ver como una marca de camino que se podía ir andando. Corría como si la vida dependiese de ello, quería huir de todo lo que estaba pasando, quería volver a mi vida normal, mis lagrimas caían por mis mejillas solo el pensar que todo este tiempo mi supuesto padre me haya estado mintiendo. Mi cuerpo cada vez que daba mas pasos se cansaban aun mas, hasta que hubo un momento que caí en el suelo, al parecer ya no estaba en el bosque, si no en la carretera, en medio de la carretera. Todo mi cuerpo estaba sin fuerzas y casi ya ni podía parpadear he intentar imaginar otro mundo para dejar de sufrir, hasta el momento que oía como si un coche se acercase a mi y sin intención de frenar. En un estúpido intento de levantarme solo conseguí que en la caída me hiciese mas daño en el coche, ya podía sentir el atropello del coche, estaba ya a escasos metros de mi, ya olía la muerte y la veía ante mis ojos azules como el mar y verdes como la naturaleza. Cerré los ojos para que mi muerte no fuese mas mala, y en mi opinión esta muerte estaba tardando mas de lo normal, decidí abrir los ojos para ver que es lo que había pasado. Increíblemente me pude levantar, y pude ver el coche que iba a ser mi asesino totalmente aplastado y quemado, como su hubiese estado rodeada por un moro que le hiciese cobrar esa forma de destrozado. Estaba en ese momento mas confusa que antes, ¿Eso como había pasado? mas y mas preguntas, esto ya era demasiado raro. Pocos segundos mas tardes aparecieron unos tipo indios o personas de no de la ciudad que me miraban sorprendidos. Ellos debieron ver lo que pasó, y pensé acercarme a hablar pero estos me se adelantaron y se me acercaban a mi con mucha rapidez, parecían locos, y me cogieron por las espaldas haciendo así siendo en su prisionera. Me pegaban, y tiraban de los pelos. No aguantaba mas y sin saber como, estos sintieron ardor y si apartaron de mi con los dedos quedamos, hasta el punto que uno de ellos quería matarme. Pero una figura familiar salió de la nada.

-¡Basta!- Pudo decir Hinata.- Dejad en paz a la hija de Atenea.- 

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