lunes, 2 de julio de 2012

7. Miradas

Sentía como estaba aplastando a Ivan con mi cuerpo encima del suyo, al abrir los ojos, podía ver que nuestros ojos estaban a menos de siete centímetros, y nuestros labios a escasos milímetros, estaban casi que se rozaban. Mi corazón estaba apunto de salir de mi pecho, y creía que lo estaba sintiendo Ivan. Intente levantarme, ayudando a Ivan también. Poco antes de poder estar los dos de pie, se escucha la voz que nos empujó contra la puerta.


-Vaya, vaya, vaya Mell, parece que no pierdes el tiempo...- Stefan... ¿Que narices hacía este idiota aquí en mi casa? Este niñato cada día de mi vida me estaba sacando cada vez mas de mis casillas. Yo ya no lo podía aguantar mas y me levanté decidida a ponerle las cosas claro al niñato mimado de papa. Poco antes de ponerme a hablar, veo la figura de Ivan delante de mis narices.


-¿Se puede saber de que vas? Primero, nos estábamos despidiendo, justo cuando abriste la puerta, y por tu culpa nos has empujado. Segundo ¿Quien eres tu para entrar como así a casa de Melody? Si fueses su novio lo entendería pero como veo que no tenéis buenas migas lo dudo. Y tercero, deja de tratar a Melody así por que si no te la estas buscando niñato.- En ese momento las miradas entre ellos dos saltaban chispas y un odio entre ellos que no se podían controlar. Todo lo que dijo Ivan fue en un tono serio y con una cara de pocas migas con Stefan, me daba cuenta que Ivan me respetaba. La mirada de Stefan estaba clavada en los ojos azules cristalinos de Ivan como su tubiera un puñal, pero a la vez un respeto increíble. Apartó la mirada y se fijó en mis ojos. Vio mi cambio radical y pude apreciar su cara de sorpresa. Esta vez también estaba roja, no estaba acostumbrada a que la gente me mirase así.


-Vale, ya nos veremos las caras Ivan.- Solo dijo eso, volvió su mirada a el y este después volvió a mirarme, con una cara de despedida y algo mas de respeto. Este me sacó una medía sonrisa y salio por la misma puerta que nos empujó a Ivan y a mi. En cuanto cerró la puerta, miré a Ivan con alivio y agradecimiento por haberse enfrentado a Stefan. El al verme feliz me abrazó con cariño. No quería despegarme, pero decidí apartarme y le a la cara.


-Llegaras tarde, tienes que irte.- Dije un poco sin ganas, pero el me sonrió y asintió. Me dio un beso en la mejilla y se fue así sin más. Bueno lo entendía ya que llegaba tarde. Pocos segundos de irse apareció una nota por debajo de la puerta que paso a mi casa. Ponía mi nombre y no dudé en abrirla. Podía oler el aroma de Ivan, era inconfundible. Decidí leer la nota de mi querido amigo.

Hola Mell, solo quería decirte que en agradecimiento de haberme ayudado con los deberes de historia, física, mates etc... Quiero invitarte al cine el sábado. Solo si tu quieres. Cuídate mi querida doncella. Besos Ivan.


Que lindo es, no tengo palabras para describir como es Ivan. Me llevé la nota feliz a mi dormitorio y me puso mi camisón de seda azul como es habitual todas las noches. Me veía en el espejo de mi cuarto con el camisón puesto, con mi espalda descubierta y con tirantes. No parecía yo, pero me sentía que era mi verdadero yo. Bueno, dejé las pavadas y me fui a dormir.


Esa noche solo podía pensar en los ojos que ponía hacia Stefan de asesino y viceversa, por eso parte no dormí muy bien. Menos mal que esa noche pasó rápida, y al levantarme, me levanté con buen humor. Me preparé mi cuento con cereales, y me puse a ver que ropa me ponía. Quería causar buena impresión al instituto entero. Aposté por un conjunto muy mono, pero me acordé que hoy tocaba deporte, asi que fuera la idea de vestir bien. Cogí el chándal pijo del instituto, como hoy hacía calor, decidí poner el pantalón corto, era de color negro, y como los del instituto son muy "pervertidos" los pantalones son muy cortos; es lo único que me incomoda. Me quedaba mucho mejor ahora que antes, cogí también la camiseta de manga corta del instituto, es de color azul celeste y blanca; llevaba en la espalda el logo del instituto. Por si hacía frío, me llevé una chaqueta. Llegué a la puerta de la entrada ya con mis cosas preparadas y la cerré con llave. Al darme la vuelta, a la sorpresa, estaba un coche negro bien elegante, era un mercedes, y al parecer de los últimos que han sacado. No tenía ni idea de quien podría haber aparcado ahí. Veía como una figura salía del coche, y eso hizo que sacase un sonrisa; y fui para allá a abrazarle. Ese abrazo fue uno de los mejores que me habían dado en mi vida.

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